‘Café Doña Julia’, un producto nacional que nació en las entrañas de...

‘Café Doña Julia’, un producto nacional que nació en las entrañas de las tierras de Penonomé

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Por: Jean Carlos Díaz / Especial para La Voz del Agro

Determinación, organización y mucho amor, fueron algunos de los principales factores que impulsaron a «Doña Julia», como cariñosamente es conocida en su pueblo esta aguerrida mujer campesina que hoy en día se ha convertido en la mente creadora y productora de un café de sello nacional, y no solo eso, un café que nació desde las entrañas de las tierras penonomeñas, en la provincia coclesana.

«Este nuevo emprendimiento ha significado mucho para mí, es un avance que jamás había pensado, especialmente porque mi café ahora vale mucho más, ha unido más a mis hijos y he podido ayudar a otras personas que trabajan conmigo», manifestó Doña Julia.

La familia ha sido un pilar invaluable para Doña Julia, han puesto cada uno de ellos su granito de arena para ver alcanzar este gran sueño de Doña Julia, esto lo demuestra su nieta «Viviana Vásquez», quien en estos momentos se encuentra trabajando en el registro de marca para poder obtener su código de barra y poder aspirar hacia mercados más estratégicos.

Café Doña Julia, producto nacional que actualmente está siendo comercializado en diferentes puntos del territorio nacional, fue producto de la necesidad de obtener un mejor mercado, debido a que durante muchos años de producción el café llegó a venderse por lata a solo 5 dólares, esto ocurría con mayor frecuencia durante el año 2016. Pese a los costos de producción, mano de obra, otros gastos en finca y el azote de la broca del café, ya era casi insostenible para el rendimiento que la finca estaba generando.

La Sra. Julia puso manos a la obra y dejó correr la iniciativa de procesar ella misma su café, para venderlo en bolsitas plásticas de 1 libra y así obtener un mejor precio, comercializándolo entre familiares y amigos, ese fue su primer objetivo, pero su intención final era llevar su adorado café a muchos hogares panameños.

Como en todo proceso, siempre necesitamos una mano amiga, un espaldón o simplemente ese llamado al ánimo para seguir con las ideas, esto fue precisamente lo que hizo otra de las personas que han tenido que ver con el desarrollo de este insumo penonomeño.

Es por ello que, durante una visita, la licenciada Kenja Márquez en agradecimiento por haberle colaborado en sus monografías para obtener su título universitario. La incentivó a mejorar la presentación de su café, obsequiándole los primeros empaques de grado alimentario y etiqueta personalizada con un logo muy característico.

Este pequeño, pero significativo cambio marcó positivamente las ventas, la aceptación de los consumidores y la forma de ver el trabajo de una mujer de campo totalmente entregada a su familia, que pese a las adversidades nunca ha dejado de soñar y enaltecer sus costumbres y tradiciones.

Para la confección de su logo y marca, sus hijos tomaron un papel importante aportando ideas como: «La Cacique», «Hermanos Vásquez», «La Martillada», entre otros, que llamaron mucho la atención en la forma en la que ven y lo mucho que representa su madre en cada una de sus vidas. Amigos y conocidos le dicen cariñosamente «Sra. Julia», es por ello que, para darle un toque de grandesa a su gran legado, se bautizó finalmente como «Café Doña Julia».

En su logo se puede observar el ícono del Cerro Chichibalí en donde el general Victoriano Lorenzo observaba estratégicamente al ejército de Colombianos, mismo que se puede apreciar de forma espléndida desde la finca.

El Café Artesanal «Doña Julia», poco a poco y con un avance en positivo se ha ido metiendo en el listado alimenticio de muchas familias y hoy por hoy, tiene aproximadamente dos años en el mercado local, formalmente cumpliendo con todas las normativas de nuestro país.

¿Dónde podemos conseguir este café?

Actualmente Café Artesanal Doña Julia se comercializa de forma directa en la planta de proceso situada en Miraflores – Tambo, distrito de Penonomé, provincia de Coclé y se vende en la capital, entre amigos de la familia a menudeo y al por mayor.

¿Cómo empezó este proyecto y qué han logrado? 

R: Nuestro café es producido desde 1980, inicialmente se trabajó con el cultivar «Caracolillo» posterior a ello, se hizo un mejoramiento de finca, introduciendo la variedad Robusta Mejorada, aprendiendo cada día a darle un mejor manejo y a trabajar en armonía con el ambiente, durante todo el año, para así cultivar con éxito un producto de calidad, cosechado por las manos de campesinos que día a día trabajan con amor y mucha dedicación para recolectar los granos maduros. Luego de ello, se lleva a un secador solar en donde se deja hasta conseguir el nivel óptimo de secado para pilarlo, posteriormente se selecciona manualmente para eliminar impurezas, daños mecánicos en el café, granos negros y otros que puedan adulterar nuestro café. Ya cuando se tiene solo los granos seleccionados se procede a tostar, moler, empacar y sellar cuidadosamente nuestro café conforme a la demanda de nuestros clientes, ya que se ha podido segmentar en base a sus paladares y los gustos más exquisitos.

Anteriormente Doña Julia ni se imaginaba lo que hoy en día iba a lograr con su propio café, tuvo ideas previas, pero jamás pensó que lo materializaría.

«No, no tenía idea que podía lograr todo esto, lo veía muy difícil y complicado, hoy en día he logrado junto a mi familia la certificación como Artesana de Consumo, mi Certificación de Agroindustria Artesanal, mi licencia Sanitaria de Funcionamiento para procesamiento de Productos Alimenticios Artesanales qué me permite garantizar a mis clientes la inocuidad y calidad de mi café. La constancia y determinación para seguir adelante ha marcado el gran paso de un antes y un nuevo escenario», recalcó con mucho ímpetu Doña Julia, desde la finca donde producen el café.

Es importante resaltar que hasta el momento han aceptado positivamente el café, los comentarios llegan hacia ellos, y la mayoría van enfocados en que tiene una buena textura, cuerpo, sabor, olor y que se siente que es un café puro, que los caracteriza con ese toque del campo muy autóctono, como le gusta al panameño.

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