Reforestar con guayacanes se ha convertido en una práctica habitual, sin embargo, en algunos casos podría tener un pequeño inconveniente, en medio de la expectativa de contar a futuro con un espectáculo casi mágico.
La magíster en Ciencias Botánicas, Vielka Murillo, advierte que este árbol podría despertar la tentación de quienes buscan maderas resistentes. Murillo recalca que la madera de ese árbol tiene una alta resistencia, lo cual podría motivar que termine en aserraderos.
«Tienes una madera dura, de alta durabilidad y el problema de reforestar con ella es que luego las personas van a querer talar esa madera. Es hermoso, pero como es maderable están tentando a las personas», expuso en el conversatorio del Servicio Social para la Conservación de la Biodiversidad.
La docente recordó que, debido a la calidad de su madera, muchos retablos de las iglesias coloniales se elaboraron con este material.
La preocupación de Murillo se acentúa al recordar que ya casi no queda caoba, lo que motivaría a los comerciantes de madera a buscar otras opciones como el guayacán. Además, subraya que los guayacanes ubicados en zonas con potencial de urbanización enfrentan mayor peligro. Los que se distribuyen en comunidades rurales aún cuentan con el aprecio y respeto de la gente.
No obstante, Murillo recuerda que a través de la educación ambiental se puede cambiar este escenario, enseñándoles a las comunidades el importante rol que juegan los árboles en la naturaleza.
«Hay que educar a la población sobre cuál es el valor incalculable de los árboles en Panamá. Ellos son grandes reguladores de temperatura y si los preservamos no tendríamos problemas de sequía», añadió.
De acuerdo con MiAmbiente, esta especie está catalogada como amenazada a nivel nacional según la resolución DM-0657-2016 de especies amenazadas en Panamá, ubicándola con el estatus de vulnerable (VU) y está incluida en el apéndice II de la Cites.